El rabanito que volvió es un cuento anónimo chino ilustrado por Marta Carrasco. Es la historia de un grupo de animales que un fría mañana de invierno, se ayudan unos a otros para tener qué comer. Este cuento enseña a compartir y a pensar en los demás antes que uno mismo; es un cuento sobre amistad.
En El Rabanito que volvió la serie de episodios que lleva al personaje de un interlocutor a otro y que hace pases de mano en mano el rabanito contiene la cálida dimensión de la solidaridad y de la atención recíproca, en una perspectiva que infunde seguridad diferente del proyecto iniciático brutal de los cuentos de advertencia. En el contexto invernal de la historia, en que los recursos escasean para todos y en el que la soledad se hace pesada, el descubrimiento de un rabanito por el conejito es como un milagro. Era de esperar, con una lógica bien afianzada para el lector, que se lo comiera, sobre todo en tiempos de escasez. En cambio, en un juego de los desfaces entre la lógica del mundo y la de la imaginación, entre la lógica narrativa y la lógica matemática, el “tesoro” realizará una ida y vuelta desde las manos del conejo hasta su casa, pasando por las cervatilla, el oso, el mono, para llegar al fin a una comida compartida con los amigos.
La redondez esquemática de los personajes, la dinámica de los dibujos a línea, la situación minimalista, la legibilidad y la generosidad de lo blanco contribuyen a una economía gráfica que subraya la expresividad de las actitudes, fácilmente muy pronto, de seguro, todo el trasfondo de la historia. No necesariamente la moraleja que incita a la ayuda mutua y a vivir juntos, sino más bien, creemos, la idea (esencial para los muy pequeños) de que siempre hay alguien que cuida de ellos, que los protege, que no los deja morir de hambre, que simplemente piensa en ellos y que los quiere. La seguridad afectiva, la tranquilidad del espíritu y la confianza que se construyen son los resultados de la idea de que no hay nada que temer, aunque a veces ciertos acontecimientos externos puedan poner todo en entredicho. 'Extracto de “Los grandes libros parar los más pequeños” de Joëlle Turin.