Jesús Betz nació sin brazos ni piernas, pero con una voz y una memoria extraordinarias. Ahora a los treinta y tres años dicta una carta para su madre. Con frases directas que se disputan la intimidad, la crueldad y la ironía, el hombre recuerda allí su infancia, los amigos y los oficios que ha encontrado para sobrevivir. Aunque a primera vista esta no parezca una obra para niños, sin duda sabrán comprenderla al valorar los elementos de la buena literatura clásica y moderna que la componen. El texto se complementa con ilustraciones realistas en tonos ocres y amarillos, desde la carátula un rostro a medio asomar anuncia la extrañeza que vendrá con la vida del protagonista. Luces y sombras acentúan el dramatismo y la atmósfera romántica de las escenas.